Saturday, September 20, 2014

¿Qué es la empatía?

 

Escuchamos esta palabra por todas partes. La leemos a menudo. Mucha gente la tiene en boca constantemente, pero ¿qué es en realidad la empatía? ¿Sabemos ponernos realmente en la piel de los demás?

A veces hacemos una interpretación rápida y pensamos que la empatía es, sencillamente, saber ponernos en el lugar del otro. Y aunque sí es cierto que esta es una parte de lo que constituye la empatía, no es el todo, es solamente una pequeña parte. La empatía va más allá.

El poder escuchar las circunstancias de otra persona y ponernos en su lugar no significa automáticamente que estemos siendo empáticas. A veces simplemente simpatizamos. Pero para conocer más a fondo esta capacidad, vamos a verla desde su base.

La empatía forma parte de la inteligencia emocional. Esa inteligencia que, hasta hace bien poco, no era ni siquiera considerada; no estaba en perspectiva de ninguna teoría. No se enseñaba en la formación de psicología. ¡Es que no tenía ni nombre!

Por suerte ahora se escribe mucho sobre ella, se conoce, hay muchísima gente que teoriza, e incluso se hacen cursos y seminarios en torno a ella. Se enseña, se educa, se conciencia sobre su importancia… Un cambio más que necesario, porque las inteligencias son múltiples, y para las relaciones personales la inteligencia emocional es fundamental.

Este tipo de inteligencia hace referencia a la percepción, buen reconocimiento y expresión de toda la esfera de lo emocional, así como a saber gestionar y utilizarlas correctamente para nuestro día a día. No suena fácil, y es que no lo es. Es de esas cosas que requieren un entrenamiento y revisiones personales constantes. Pero de esas que realmente merecen la pena. Tanto por nosotras como por nuestras relaciones.

La empatía es una parte de esta inteligencia emocional. La empatía supone, no solamente ser conocedoras de la situación de la otra persona y ponernos en su piel, sino el reconocer y sentir las emociones que esa persona siente, tal y como ella las siente.

Podemos confundir la empatía con la simpatía: la diferencia es que con esta última, sí, nos podemos revestir con la piel del otro pero ponemos nuestro propio punto de vista: “yo no lo hubiera hecho así”, “no entiendo por qué se lo toma tan mal”. Pero con la empatía vamos un paso más allá y sentimos las emociones de la otra persona: “comprendo lo mal que se siente”, “entiendo que se haya puesto así”.

La empatía es, prácticamente de manera literal ponerse en la piel de otra persona, incluidos sus sentimientos; comprender sus procesos mentales y emocionales, saber sentir lo que siente. Os dejo un vídeo que explica muy bien estas diferencias entre simpatía y empatía, y en el que vemos algunas de las posturas que tomamos cuando estamos empatizando y cuando estamos simpatizando:

Vamos, la empatía es como una especie de radar que nos ayuda a saber y a sentir por lo que otra persona está atravesando.
Pero claro, para llegar a desarrollar una buena empatía primero tenemos que tener bien entrenada otra faceta de la inteligencia emocional; la llamada autoconciencia emocional. Ésta es uno de los pilares de la inteligencia emocional. E implica reconocer nuestras emociones e identificarlas de forma correcta.

Cuando pasamos por situaciones intensas, el torrente emocional que nos puede recorrer el cuerpo puede resultar de lo más confuso. Detectar las propias emociones no es tan sencillo como podemos llegar a creer. Es muy fácil confundir una emoción con otra. ¿Cuántas veces estamos que mordemos cuando lo que nos pasa es que estamos tristes?

Aprender a ser autoconsciente emocional también requiere mucha atención y práctica. No es algo que nos venga dado al nacer, es un aprendizaje que debemos realizar y que es sumamente importante para poder llegar a conocernos, atendernos correctamente, así como para desarrollar una buena empatía para con las relaciones con las demás.

Ser autoconsciente emocional y empática hace que las relaciones con otras personas se vean enriquecidas ya que sabemos detectar las necesidades y límites que hay en determinada situación interpersonal. Porque una empatía bien desarrollada, no pasa sólo por aprender a reconocer las emociones a nivel individual, sino a detectar las que surgen por los ambientes por los que nos movemos.

Obviamente el ser empática es muy ventajoso, pero yo le veo un pero. Un pero que puede venir de un mal uso de esta capacidad. Y es que, sobre todo en situaciones de conflicto, en el ejercicio de la empatía, podemos tener tanto en cuenta las emociones de los demás, que podemos caer en la trampa de no tener cuenta las propias.

Éste es un problema que nos podemos encontrar en especial las mujeres; nos han educado para estar tan atentas a las necesidades emocionales de los demás, que es fácil que desatendamos las propias. Que entremos en una ceguera para con nuestras propias emociones en pro de las de los demás. Y puede que estemos largo rato empatizando y atendiendo emociones ajenas, hasta que, de repente caemos: ¿y dónde quedo yo? No dejemos la autoconciencia emocional de lado.

Así que es importante tener en cuenta las emociones de las demás personas, pero mucho cuidado con priorizarlas por encima de las nuestras. Una correcta inteligencia emocional significa también aprender a ver y valorar nuestras propias emociones y actuar en consecuencia de lo que sentimos.

No paro de hablaros de aprender, de gestionar, de valorar… Y es que esto es lo que nos toca si queremos tener bien desarrollada la inteligencia emocional. Como os he comentado, por suerte hay mucha cantidad de información, teorización e incluso terapias al respecto. Os animo a leer todo lo posible y a revisar cómo vamos en esta inteligencia.

Le irá bien a tus relaciones, pero sobre todo, te irá bien a ti.